lunes, 11 de julio de 2011

Confesión- 5

Alguna vez te perdí y sentí el dolor del desamor y la impotencia de no haber podido evitarlo, alguna vez llore tanto que no pude evitar que mis ojos cambiaran de color, alguna vez me encerré tanto en mi dolor que olvide lo mas importante, que era seguir adelante, y perdí mi mirada de niña, sin ser aun una mujer, así quede encerrada entre mi alma y mi corazón, aunque no sintiera a ninguno.

Me sentí durante meses acorralada en un rincón dentro del reino de la soledad… y ya el polvo de hada no lograba hacerme sonreír, porque no creía ya en los cuentos de hadas, mi cuento había sido cortado en la mitad, y ya no creía en el final feliz.
Fue así cuando con tiempo logre que mi razón volviera, y supere al corazón, con engaños de mi propia mente. Ya me había resignado a haber perdido a mi primer amor y a mi razón de ser feliz.

Cuando volviste, saliste de repente y entre la oscuridad… y mis ojos se llenaron de lagrimas nuevamente, pero no estaba triste, estaba feliz, y llena de una impotencia que no podía ignorar, tu tomaste mi mano, dijiste dos palabras, y tres gotas de mis ojos volvieron a caer. “Te extraño” susurraste y yo te respondí que también…

Ese día comprendí que a un verdadero amor se debe de esperarlo, porque aunque se aleje siempre volverá, ese día comprendí que la vida podía dar giros inesperados, para bien o para mal, y que todo pasaba por algo. Ese día que volviste, regresaste amándome mas que nunca en la vida… descubriste que yo era el amor de tu vida, me lo dijiste, yo sonreí, en una milésima de segundo al verte salir de esa oscuridad, con las ganas de ser feliz, supe que yo quería cuidarte hasta el final de mi vida, y hacer cualquier cosa con tal de verte feliz.

Ese día supe que eres el gran amor de mi vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es hermoso lo que escribis!