-Aguanta… aguanta… aguanta.
-¿Cómo puedes pedirme
que aguante en medio de una tormenta?
-Pero no se trata de eso. Míranos. El reflejo de aquel charco muestra
nuestros rostros mojados. Tú te encuentras con el ceño fruncido. Pero eso ocurre
porque intentas encontrar tu felicidad luchando contra la tempestad. Cuando la
felicidad se basa en aprender a bailar bajo la lluvia.
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