Te miro e imagino cómo sería mi vida si nunca hubieras entrado en
ella, hoy me es tan necesaria tu presencia a mi lado para ser feliz… Que no… no
puedo imaginarlo. Hay días en los que te necesito tanto… me recuesto mirando el
techo, te pienso, y es como si
estuvieras ahí… Puedo sentir tus brazos conteniéndome… Calmándome, puedo sentir
el mundo en una de tus caricias.
Deseo volver a sentir tu voz casi como un susurro diciéndome “Te
quiero”, deseo volver a sentir tus besos, tan suavemente como la primera vez,
devolviéndome la vida, tan delicados como tu mirar antes y después de rozar mis
labios, despierto solo al verte, el resto del día me siento adormecida en
pensamientos de vos.
Hacía mucho no reía con tantas ganas. Suelo creer que no puede ser
real.
Y si no lo es… No quiero despertar.
Y si estoy despierta… no quiero dormirme, ni cerrar los ojos,
simplemente no quiero perderme de vos. Todo comienza a girar en torno a este
único sentimiento que se agrava, un delirio que haces crecer cada día. Soy tan dolorosamente
adicta a seguir enamorándome de vos, mi ángel. Gracias por haber llegado a mi
vida y haberlo cambiado absolutamente todo, gracias simplemente por hacerme
inmensamente feliz cada día mi amor. Por haber conseguido que mis lágrimas se
conviertan en sonrisas y suspiros por verte y saber que me queres, como yo te
quiero, por cuidarme y preocuparte por mí, por estar ahí, solo por el simple
hecho de existir…
Gracias amor. Gracias por ser mi ángel.
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