Vas así, rebanando miradas por la ciudad. Te recluís en
tus delirios, mientras dilatas pupilas al andar. Sobre tus hombros cargas siempre
ese peso, arrastrando el peso de tu dolor. Vas dejando aquel rastro de soledad
al caminar. Conozco tu rastro, conozco, te conozco. Y no busco hallarte.
Me divido de mí una vez más. Estimulo y consumo mi
manchada alma entre cigarrillos y café. Las sombras están fundiéndose, y yo difiero
mis pensamientos de lo que me hace bien
y lo que deseo. Acelerada, aturdida.
Me he quitado media vida entre el suicidio casero que
le provoco a mi ser. ¿Cómo escapar de la luz después de tanto tiempo? Mi organismo
se despego de la existencia. Una desconexión tan volátil como para que pueda descubrir
a mis pies en el aire, ¿y mi cabeza? Esta en el suelo. Al igual que mi mente… O
desearía que lo estuviera, si quiera sabría donde encontrarme.
Y entre escapadas cósmicas y visiones delirantes te encontré
a vos. Hoy somos una sola alma astral. Algo tan bello e insólito que no podría
ser definido de otra manera.
Abro mis ojos, me desplomo y elevo mi voluntad. Solo por
el anhelo de ver una vez más tus ojos.
Mirar hacia atrás es un trago demasiado fuerte para lo
que puedo sobrellevar. Para lo que mi cuerpo puede disimular, mis temblores, mi
respiración terminándose y volviéndose cada vez mas entrecortada.
Vas así caminando como si arrastraras todos tus miedos
detrás de tu cuerpo. Seguís buscando el lugar donde te perdiste. ¿Y donde estas
nena? ¿En que brazos te consumiste hasta casi el fin, alguna vez? ¿Donde estas
nena? Matándote un poco más cada día. Nublando tus ojos y endureciendo tu espíritu.
Siempre al filo de un abismo.
Habitándote de pensamientos. Temblando.
Cegándote
y cayendo.
1 comentario:
Tu si que sabes escribir!
Publicar un comentario