lunes, 19 de agosto de 2013

Rastro

Vas así, rebanando miradas por la ciudad. Te recluís en tus delirios, mientras dilatas pupilas al andar. Sobre tus hombros cargas siempre ese peso, arrastrando el peso de tu dolor. Vas dejando aquel rastro de soledad al caminar. Conozco tu rastro, conozco, te conozco. Y no busco hallarte.
Me divido de mí una vez más. Estimulo y consumo mi manchada alma entre cigarrillos y café. Las sombras están fundiéndose, y yo difiero  mis pensamientos de lo que me hace bien y lo que deseo. Acelerada, aturdida.
Me he quitado media vida entre el suicidio casero que le provoco a mi ser. ¿Cómo escapar de la luz después de tanto tiempo? Mi organismo se despego de la existencia. Una desconexión tan volátil como para que pueda descubrir a mis pies en el aire, ¿y mi cabeza? Esta en el suelo. Al igual que mi mente… O desearía que lo estuviera, si quiera sabría donde encontrarme.
Y entre escapadas cósmicas y visiones delirantes te encontré a vos. Hoy somos una sola alma astral. Algo tan bello e insólito que no podría ser definido de otra manera.
Abro mis ojos, me desplomo y elevo mi voluntad. Solo por el anhelo de ver una vez más tus ojos.
Mirar hacia atrás es un trago demasiado fuerte para lo que puedo sobrellevar. Para lo que mi cuerpo puede disimular, mis temblores, mi respiración terminándose y volviéndose cada vez mas entrecortada.
Vas así caminando como si arrastraras todos tus miedos detrás de tu cuerpo. Seguís buscando el lugar donde te perdiste. ¿Y donde estas nena? ¿En que brazos te consumiste hasta casi el fin, alguna vez? ¿Donde estas nena? Matándote un poco más cada día. Nublando tus ojos y endureciendo tu espíritu. Siempre al filo de un abismo.
Habitándote de pensamientos. Temblando.
Cegándote

y cayendo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu si que sabes escribir!